Esa niña alegre, divertida, que quiere pasar tiempo contigo, que le gusta conversar… de pronto se ha convertido en una personita intransigente, malhumorada, que no sabe que le pasa. Y ese chico tan estable, juguetón, atento, sé vuelve reservado, se encierra en su habitación.. que ha sucedido? estamos entrando en los años de la preadolescencia de nuestros hijos, que con ciertas variaciones se sitúa entre los 10 y 13 años, aunque depende en gran medida del sexo; en las niñas se suele dar entre los 10 y los 12 años y en los niños entre los 12 y los 14.
En esta nueva etapa de la crianza tenemos que comprender los cambios que están sucediendo en nuestros pequeños, quienes poco a poco están dejando atrás la niñez, ese período tan corto del ser humano, pero grande en aprendizaje, por cuanto han asimilado muchísimo en esta maravillosa e importante etapa; ahora nos aprestamos para una nueva época en que nuevamente debemos hacer acopio de cariño y paciencia, así mismo con cuidado y sensibilidad, conviene que fortalezcamos y estrechemos el vínculo con ellos. Descubriremos ante nuestros propios ojos el milagro de la transformación de una oruga, en crisálida y luego en una hermosa mariposa, con sus alas abiertas para surcar el mundo.
Edad cronológica vs edad mental
Comienzan cambios en su cuerpo, ya no será el de un niño, pero tampoco llegará todavía al desarrollo del cuerpo de un adolescente. Los cambios físicos pronto se notarán, las niñas crecerán más rápidamente que los niños, y con la llegada de su primera menstruación, culminará esta etapa, mientras que los varones, lo harán gradualmente alcanzando su pico máximo de crecimiento alrededor de los 14 años.
Los cambios relacionados con la actividad hormonal y su desarrollo natural no solo se quedan en la parte física, igualmente principia un cambio en su desarrollo intelectual que significa la evolución de niño a adolescente. A lo largo de su infancia, el niño es incapaz de percibir en la mayoría de las ocasiones las consecuencias que producirán sus actos en un futuro. En la preadolescencia comienza a preocuparse y a medir las posibles consecuencias de sus acciones. Esto representa uno de los primeros indicios del pensamiento maduro, que chocará con su procedimiento a veces infantil.
Otros cambios en su comportamiento:
- Se enfadan con mucha intensidad, a veces desproporcionada, con ataques de ira o de rebeldía.
- Pasan rápidamente de una gran alegría que raya en la euforia, a un estado profundo de fastidio o disgusto.
- Se preocupan más por su aspecto físico, y creen que los demás no los aprobarán.
- Se rebelan ante las reglas y normas de convivencia.
- A nivel psicológico comienzan a dar señales de independencia de sus padres.
- Evitan las demostraciones de afecto por parte de sus familiares, sobre todo en público, porque las hacen sentirse avergonzados.
Están buscando su propia identidad, su verdadero “yo” que se irá concretando a través del tiempo y del entorno que les rodea. Por medio de sus propias experiencias irán puliendo sus debilidades y delimitarán hasta donde pueden llegar.
Fortaleciendo los vínculos.
“El mejor legado de un padre a sus hijos es un poco de su tiempo cada día.” O. A. Battista
Mientras comienza esa “ metamorfosis” en el interior de los pequeños no debemos dejarlos solos, ni desentendernos de los cambios. El acompañamiento continuo, los consejos adecuados, el amor incondicional son absolutamente necesarios en este proceso. Algunas recomendaciones:
- Llenarnos de paciencia y de comprensión. Aunque no siempre sea lo más fácil, no obstante, es necesario. Respira varias veces antes de reaccionar con palabras groseras y fuera de tono, ante algo que consideras una insolencia o un desafío. Los pre adolescentes viven en un cambio constante de estados de ánimo y ser comprendidos es lo que necesitan, así que es mejor evitar las confrontaciones.
- Las normas y límites se deben mantener en casa, sin embargo, trataremos de ponernos de acuerdo con ellos en cosas que pueden o no hacer, recalcando sobre las que no están sujetas a negociación, y las consecuencias naturales de ciertos comportamientos.
- Mantén la confianza y el diálogo abierto. Entra en su mundo y averigua cuales son sus mayores preocupaciones, pero hazlo con cautela y respeto para que no se sientan invadidos. Escúchalo con atención, mirándolo a los ojos, sin interrumpirle, y asintiendo con tu cabeza, pues un pequeño gesto demuestra tu interés.
- Respeta su silencio. Los momentos en que quieran estar solos, deben ser respetados. La interrupción, o una llamada a gritos, se percibirá como una falta de respeto a su intimidad y a sus pensamientos. No siempre querrán hablar, ni contarte todo, como antes posiblemente lo hacían.
- Hacerles sentir amados. Ya no me quieres.. o le quieres mas a mi hermano pequeño… cualquiera de estas frases podría salir de su boca. Talvez necesitan una mayor atención. El amor incondicional dice, te amo.. a pesar de… Si bien no quieren las demostraciones de cariño en público, sin embargo, en privado lo necesitan, así que no dejes de abrazarlos, besarlos, y decirles lo importantes que son para ti.
- Continúa con las rutinas sanas. Sin necesidad de ser demasiado estricto, no permitas que el hogar se vuelva un caos.
Extrañaremos a ese niño afectuoso, que corría a abrazarte, o que te llenaba de besos. La indiferencia o la distancia que ahora demuestra no significa que ya no eres importante, por el contrario, te necesita para esta travesía. Propicia momentos especiales, una tarde de películas o juegos, un paseo por el campo, unos masajes con la ayuda de StoryBook en los que se reducirán los niveles de estrés, con la disminución del cortisol, que no solamente le brindarán a tu hijito esos sentimientos de cercanía y tranquilidad, sino a ti también. Lo que siembras hoy, lo cosecharás mañana.
Redactado por:
Daniela Vega es una mamá emprendedora que ha dejado una marca significativa en el mundo digital. Fundadora de Storybook: Bedtime Stories, la aplicación líder en más de 90 países, ha impactado positivamente a innumerables familias alrededor del mundo. Además de su éxito empresarial, Daniela ha construido una comunidad sólida de más de 12.000 madres en Facebook, donde se apoyan mutuamente y comparten experiencias.
References