Bienestar

¿Cuándo se debe buscar ayuda psicológica?

Subido el:

28/5/2024

Actualizado el:

28/5/2024

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Cuando se habla de ayuda psicológica, para algunas personas que tienen una opinión preconcebida generalmente negativa puede resultar complicado, y no se diga cuando se trata del tema relacionado con los  niños.  No obstante, cada vez son  más las familias que recurren  a los psicólogos infantiles, sobre todo después  de los tiempos de pandemia que hemos vivido a nivel global.

Según dijo Henrietta Fore, ex Directora Ejecutiva de UNICEF “Las consecuencias de la pandemia tienen un gran alcance, pero son sólo la punta del iceberg. Incluso antes de la pandemia ya había demasiados niños abrumados por el peso de una serie de problemas de salud mental a los que no se les había prestado atención… No se está dando suficiente importancia a la relación entre la salud mental y las consecuencias que se producen más adelante en la vida”.

Lo cual nos lleva a pensar en la importancia de buscar soluciones a  tiempo, evitando de esta manera problemas que pueden arrastrarse a través de los años.  El papel del psicólogo es brindar apoyo a los padres, con instrucción y enseñanza para  que tengan la  capacidad de centrarse en la resolución de las dificultades de sus hijos. 

Debido a las investigaciones  de los últimos años, se conoce la enorme  plasticidad que tiene el cerebro para aprender durante toda la vida, de cambiar su percepción de ciertas situaciones y la capacidad de modificar su conducta; una de las etapas cruciales son los primeros  años de vida, ya que el niño percibe el mundo que le rodea y se ve influenciado tanto positiva como negativamente, además de encontrarse en un periodo de un gran aprendizaje,  motivos más que suficientes para cuidarlo con esmero,  brindarle amor y  seguridad en su entorno, inclusive de preocuparnos de proporcionarle una alimentación adecuada para su sano desarrollo.  

  • Situaciones comunes.

Si como padre o madre te has preguntado si tu peque necesita visitar a un psicólogo, hay que  considerar que no solamente los problemas graves de salud mental lo requieren, sino también algunas situaciones más comunes como: problemas de actitud,  inconvenientes para relacionarse y comunicarse con otras personas, miedo y nerviosismo constantes, o dificultades para aprender.

  • Algunos indicadores.

Estas situaciones se traducen en algunos indicadores  que debemos ser hábiles para poder identificarlos: 

  • Continuamente está triste, lo pasa mal, llora por cualquier cosa,  no disfruta de sus juegos, ni de compartir con otros niños, ni con otras personas, al punto de aislarse y no querer salir de casa. Es considerablemente tímido y retraído.
  • Cambios en su comportamiento, tiene rabietas continuas, más allá de las normales de acuerdo con su edad, ya que  las rabietas o "berrinches" son formas de proceder comunes durante sus primeros años de vida como una forma de afirmar su independencia, y su deseo de control a través del “ no”. La incapacidad para expresar sus sentimientos por no tener el vocabulario, le hacen sentir frustrado, mostrando su desagrado por medio de una pataleta, rabieta o berrinche.   Por lo general las rabietas comienzan  entre los  12 a 18 meses. Son más frecuentes  entre los 2 y 3 años, luego se reducen rápidamente  hasta los  4 años. Después de esta edad casi no deben volver a presentarse. 
  • Un niño cariñoso que se vuelve agresivo, muerde, empuja, golpea. Tiene muy baja tolerancia a la frustración, no puede afrontar las dificultades  y a causa de ello responde con violencia sin medir las consecuencias. 
  • Si aparecen alteraciones en el sueño, como despertares continuos, o no poder conciliarlo,  que ocasionan modorra durante el día, perturban su estado de ánimo, afectan el control de sus impulsos y su capacidad para aprender. Cambios en sus hábitos de alimentación sin motivo aparente, el niño comienza a no tener deseo de comer o come en demasía. 
  • Sus miedos superan los normales de acuerdo con su edad. Considerando que los miedos son ventajosos para el desarrollo infantil, ya que les impulsan a inventar, a descubrir, a planear tácticas y sobre todo a ser juiciosos, cuando el miedo es desproporcionado a la situación que enfrenta. 
  • No quiere ir a la escuela, y pone por excusa que se siente enfermo. Sus calificaciones bajan, está constantemente distraído, comienza a tener complejos. 
  • Un pequeño sin ganas de jugar, falto de interés y curiosidad,  nunca molesta,  siempre complaciente, demasiado tranquilo, son señales más sutiles que también debemos tomar en cuenta. 
  • El ambiente que rodea al niño. 

Es muy importante que como padres sepamos gestionar nuestras emociones y no descargar nuestra frustración en los pequeños. El maltrato verbal, traducido en gritos y palabras groseras, alteran la estructura del cerebro infantil, con un impacto tan grande que activa la sensación de miedo e inseguridad. Al igual que el maltrato físico, o sexual serán que  marcarán negativamente y de manera  permanente la mente y las  emociones infantiles. 

Muchas veces somos los adultos los que necesitamos con urgencia buscar ayuda para poder salir de ese círculo de dolor y frustración. 

Otras situaciones en las que se hace necesario buscar ayuda, y mejor hacerlo antes de que se produzcan para prevenir posibles problemas, son el divorcio de los padres, el cambio de ciudad o país, la enfermedad y pérdida de un ser querido. Aún la llegada de un nuevo hermanito, que  se tiene que manejar con mucho tino. 

Hay otras situaciones que son ajenas a nuestra voluntad, como un accidente o tragedias, fenómenos naturales, en las cuales debemos buscar ese acompañamiento psicológico, no solo para el pequeño sino para toda la familia.

  • La salud mental es vital para que las familias funcionen.

El ambiente familiar juega un papel decisivo en la salud mental  positiva para cada uno de los miembros de la familia, fundamentalmente para los chiquillos. Las relaciones sanas y fuertes proveen un sentido de valía y autoestima, la interacción positiva establece conexiones profundas y desarrollan la inteligencia emocional. 

El espacio de la intimidad familiar es donde se desarrolla la confianza para comprender las necesidades de cada uno de los miembros, reconociendo la importancia y el valor de cada uno. Nuestros hijos necesitan sentirse amados y aceptados por quienes ellos son en casa, y no amenazados por la idea de que ellos puedan no ser los mejores en alguna habilidad o talento en particular. 

La buena salud mental de papá y mamá es la que tiene que primar para tener la capacidad  de  ayudar a nuestros hijos. Encontramos una analogía en las indicaciones de seguridad en los aviones cuando se inicia un vuelo, en el  uso de las máscaras de oxígeno, que caen frente a los pasajeros  en caso de emergencia, se requiere que los adultos sean los primeros en utilizarla, para luego colocar a los menores. Se podría decir que lo propio ocurre  con la salud mental, los  padres deben de trabajar primero en sí mismos para tener una buena salud mental y brindar de esta manera la atención adecuada a la salud mental y emocional de los pequeños. 

El acompañamiento continuo, el tiempo compartido, el  escuchar atentamente sus palabras y lo que está detrás de sus actitudes, serán necesarios para buscar la ayuda psicológica respectiva, sin reproches ni sensaciones de frustración.

Daniela Vega

Redactado por:

Daniela Vega
Co-fundador Storybook

Daniela Vega es una mamá emprendedora que ha dejado una marca significativa en el mundo digital. Fundadora de Storybook: Bedtime Stories, la aplicación líder en más de 90 países, ha impactado positivamente a innumerables familias alrededor del mundo. Además de su éxito empresarial, Daniela ha construido una comunidad sólida de más de 12.000 madres en Facebook, donde se apoyan mutuamente y comparten experiencias.

Lorena Koppel

Revisado médicamente por:

Lorena Koppel
Psicóloga Clínica Infantil y Juvenil

La Dra. Lorena Koppel es una distinguida Psicóloga Clínica Infantil con sede en Azuay, Ecuador, con más de 26 años de experiencia en el Hospital Monte Sinaí. Se especializa en el tratamiento de trastornos emocionales en niños y adolescentes, ofreciendo asesoría familiar e integrando enfoques teóricos y prácticos en la psicología clínica.

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